viernes, 20 de agosto de 2010

Blog de teatro La Diosa Blanca
de Ignacio Apolo

Sobre AURELIANO, de Román Podolsky
El sábado fui a ver AURELIANO, de Román Podolsky, al Abasto Social Club (Humahuaca 3649 / 4862 7205) Los sábados a las 21.

La caja
En 1997, en el mítico Callejón de los Deseos, Luis Machín y Alejandro Catalán, bajo la dirección de Omar Fantini, estrenaban una extrañísima pieza teatral que se convertiría en un clásico probado por una rúbrica curiosa y, a mi juicio, inédita: su público, a lo largo de los años, la rebautizó bajo otro nombre. La obra en cuestión trataba sobre dos queribles personajes de lenguaje y cuerpo quebrados, que trataban, dentro de una caja que alguna vez contuvo una heladera, de reconectar un aparato doméstico –probablemente una TV con antena aérea-. Debido a un cortocircuito, uno de ellos pasaba a la otra dimensión –al más allá-, y desde allí permanecía conectado en escena. La obra se llamaba Cercano Oriente y, personalmente, nunca desde entonces volví a ver a dos actores concibiendo y ejecutando con tanta precisión un lenguaje alternativo de semejante eficacia. Sólo chispean en mi memoria, por distintos motivos –siempre celebratorios- un fragmento de Varios pares de pies sobre piso de mármol (aquella versión de obras de Pinter que Rafael Spregelburd adaptara un año antes, en el Centro Cultural Borges, con el inefable Machín de protagonista), en el que Luis jugaba, vestido de smoking, a una especie de ping pong con pelota de tenis. También un fragmento de La pesca, de Ricardo Bartís, donde el mismísimo Machín salía al balcón a remedar a un Perón de manos amputadas que saludaba, risueño, a los “compañeros” en la plaza. Y, por supuesto, a Carolina Tejeda, sola en la planicie y en el tiempo, desgranando Harina, de Podolsky.
Cercano Oriente, la querible, la inolvidable, fue rebautizada como “La caja”, y la dupla Catalán/Machín la siguió ofreciendo aquí y allá, en un rincón de Buenos Aires, en una sala de Rosario, en una gira por Francia, en Caracas, en España, hasta 2005. Desde entonces, guarda silencio.
Harina (2005, de Tejeda y Podolsky - click sobre el nombre) se organizaba en una casa cuadrada con una especie de ventanal cuadrado, y dos espacios que referían el recorte en la llanura perdida del tiempo y el olvido. En Aureliano regresa esa caja escénica cuadrada que recorta el espacio, con el ventanal ahora al costado, por el cual sólo puede huir el recuerdo, para volver. Y porque esta obra es consciente de su teatralidad y de sus referencias, la caja, la caja de cartón, la de las heladeras y los hombres refugiados en ellas, retorna como cita y como imagen, junto al colchón y la vida de la mujer que narra.

Síntesis Argumental
Una mujer de mediana edad acaricia recuerdos y los interroga. Sola con su colchón, sus vestidos y su planta, permanece acompañada. La compañía es la palabra, el pensamiento, la música y un cuerpo incómodo y secreto.

El tiempo
No es casual la insistencia sobre Harina, ni en este artículo sobre Aureliano ni en las reseñas de la crítica y la prensa. Aureliano comenta Harina. La primera establece un lenguaje, un modo de decir, un modo de habitar, un modo de teatralizar. Aureliano, al comentarla, lo indica, lo establece. Digámoslo como fórmula: como el Kafka de Borges, Aureliano crea a su precursora. La sensación es aquella: en cualquier momento el vestido se transforma en diapositivas, la planta en harina, Roxana en Carolina.

Por qué subimos una montaña
Comparativamente, la primera es el clásico, la segunda una variación. El valor es el lenguaje, que Román cristaliza. Se lo discuto a cualquiera. Aureliano tiene momentos mágicos, perlas como la reflexión metafórica sobre el trekking o ese destilado perfume chik lit de la relación entre los vestidos y los estados de ánimo. También tiene momentos de fuerte incongruencia, como la conversión en cuerpo=chamamé de lo que era una vaga y notable referencia fronteriza al Paraguay. Insistir en la figuras hasta tornarlas ilustrativas es un riesgo asumido pero ese riesgo vale la pena: también se lo discuto a cualquiera. El “modo Podolsky” –como aquella matriz Open House de principios de la década que se recicla en todo o como las variaciones sobre Raymond Carver que saturaron los 90 y salpican el presente- merece ser seguido de cerca. Yo lo sigo.
Paraguay y el catchParaguay es la frontera evocada. Harina era el desierto de Sarmiento, que murió en el Paraguay. Aureliano es El viaje de Chihiro, que nos retorna al living. El cuerpo masculino es muy raro, pero es innegable: está allí, y emite su diferencia. La caja golpeada por una tela femenina que provoca la huida de un varón por la ventana lo justifica todo –incluso el catch, que se me escapa-.

Berco y Pecoraro
Esto es anecdótico y notable. Vinieron a la función China Zorrilla, y también Susú Pecoraro. No me digan que Roxana Berco y Susú no parecen hermanas. Son una talentosa variación, una de la otra y viceversa. De lo mejor.

Ignacio Apolo

martes, 17 de agosto de 2010

Reestreno en el Abasto Social Club
14 de agosto 2010

Fotos Vero Alocati

jueves, 22 de julio de 2010

NUEVA TEMPORADA
ARRANCA EL 14 DE AGOSTO
EN EL ABASTO SOCIAL CLUB
TODOS LOS SÁBADOS A LAS 21:00HS.

sábado, 1 de mayo de 2010

Crítica
ámbito financiero
30 de abril de 2010
Por Patricia Espinosa

lunes, 26 de abril de 2010

Crítica:
Blog Escena 71

Aureliano

"Las palabras arman y desarman"

Por Florencia Paz
Una mujer atraviesa la significativa instancia de una mudanza. En un espacio despojado, interrumpido por un colchón y una caja, comienzan a surgir los pensamientos y los recuerdos. Las sensaciones se instalan en el cuerpo, para luego salir de manera fluida y sutil, al ritmo de la música proveniente de un piano intermitente. Intermitente es la palabra que define, no sólo a la música, sino a su hacedor, quien entra y sale de escena, espantado por un par de golpes, atraído por un abrazo, con ganas de abrazar y dejar que le susurren al oído, con ganas de luchar y fundirse en una pasaje sexual coreográfico.Román Podolsky, que ya ha trabajado el género del unipersonal femenino en Harina y Por supuesto, vuelve a profundizar en el universo “gineceico”, pero en este caso la propuesta incluye la figura de un hombre, el pianista y actor Mariano Pérez de Villa, quien interpreta su instrumento con cadencia y elige un repertorio original, que aporta a la creación de climas.
Román Podolsky vuelve a profundizar en el universo “gineceico”, pero en este caso la propuesta incluye la figura de un hombre, el pianista y actor Mariano Pérez de Villa, quien interpreta su instrumento con cadencia y elige un repertorio original, que aporta a la creación de climas.
Estos climas implican interesantes descripciones, que utilizan logradas palabras para transmitir olores, situaciones, colores y sentimientos. En ese sentido, Roxana Berco, permite trasladar con facilidad al espectador a lugares insospechados. Entonces el viaje parte hacia sitios tales como un pozo, con aires densos o un exterior con cielo nítido. Pero también, sus palabras invitan a adentrarse en su más íntima subjetividad y ese es el momento en el cual aparecen preguntas existenciales, que atraviesan la temática del amor, como instancia profunda, como mensaje, como necesidad. Ahí es donde la propuesta de Aureliano se hace visible, como punto en la niebla cotidiana. Ahí es donde se abre una instancia femenina distinta y sale a la luz la posibilidad de atravesar y ser atravesada por una relación no rígida, con presencias y ausencias. El riesgo y las ventajas que ameritan el caso, son transitados con tranquilidad, sin reproche, sin caer en un lugar común.Desde este lugar, cotidiano y extraordinario a la vez, Aureliano propone abordar cuestiones tan humanas como por ejemplo experimentar desinterés al llegar a una cima o evaluar cuándo la sanación conlleva el daño.El espectáculo experimenta la consecución de pasajes, todos finalizados con un toque de efecto, pero siempre sumido en un equilibrio consciente, salvo en el caso del son paraguayo, que se extiende demasiado y pierde el sentido de ruptura inicial. Estos climas implican interesantes descripciones, que utilizan logradas palabras para transmitir olores, situaciones, colores y sentimientos. Roxana Berco, permite trasladar con facilidad al espectador a lugares insospechados. Los objetos, tales como una planta, ciertos vestidos, una soga interminable o la cabeza de un maniquí, son importantes, porque logran expresar la manera en que la mujer compuesta por Berco, construye su gran mundo privado. La musicalidad aparece también en forma de canción, conformando un espectáculo accesible para almas sensibles que deseen adentrarse en recovecos formados por palabras y melodías.

Aureliano
Autor y director: Román PodolskySobre textos de: Roxana Berco y Mariano Pérez de VillaIntérpretes: Roxana Berco y Mariano Pérez de VillaDiseño de escenografía y vestuario: Nacho PolaRealización de vestuario: Efigenia Britos SalanuevaDiseño de iluminación: Matías SendónMúsica original: Mariano Pérez de VillaAsesoramiento coreográfico: Mayra BonardProducción ejecutiva: Yanina LeandraDiseño gráfico: Estudio Clara EzcurraFotografía: Juana GhersaPrensa: Duche & ZárateAsistente de dirección: Luciano PrietoEspacio Ecléctico, Humberto Primo 730, ciudad de Buenos Aires, teléfono 4307-1966, sábados a las 21:00, localidades $ 30.
Calificación: Buena

jueves, 15 de abril de 2010

El siguiente link te permite leer una crítica de Aureliano publicada en el
Blog NUESTROS ACTORES
por Pablo Lancone

martes, 30 de marzo de 2010

Entrevista en Pagina 12
Sábado 27 de marzo de 2010

TEATRO › ROMAN PODOLSKY, MARIANO PEREZ DE VILLA Y ROXANA BERCO HABLAN DE "AURELIANO"

Fragmentos de un discurso amoroso

"Aureliano", obra que puede verse los sábados en Espacio Ecléctico (Humberto Primo 730).El título de la obra alude a un hombre a la vez presente y ausente. Pero Podolsky, como director, pone el foco en el punto de vista femenino para dar cuenta de los modos de relación entre varones y mujeres. “Hay otra forma de amar que no es la instituida”, dicen los actores.

Por Cecilia Hopkins
Año a año, el director Román Podolsky sigue construyendo piezas de cámara junto a actrices que lo convocan para desarrollar historias con acentos femeninos. La primera en buscar su colaboración fue Carolina Tejeda, con quien realizó la puesta de la multipremiada Harina, unipersonal que relata las vivencias de una panadera que vive en un pueblo soslayado del mundo desde que dejó de pasar el ferrocarril. Luego de esa experiencia fue Marta Pacamicci quien llamó al director para armar en conjunto el unipersonal Por supuesto, basado en la historia de una vendedora de panchos con inquietudes sociales, que ve frustrados sus deseos de hacer realidad su proyecto cultural. Nuevamente convocado, en este caso, por Roxana Berco, Podolsky volvió a frecuentar el punto de vista femenino en Aureliano, obra que puede verse los sábados en Espacio Ecléctico (Humberto Primo 730).
Esta vez, luego de darse cuenta de que Berco buscaba desplegar un discurso acerca del amor, quiso ir más allá del formato unipersonal e incluir en el proyecto al actor y músico Mariano Pérez de Villa. A pesar de que en los ensayos ambos intérpretes produjeron textos, bailaron y cantaron, en el espectáculo resultante se escucha una sola voz, la de Berco, aunque los textos hayan surgido de ambos actores.
Aureliano es una obra hecha de pequeños relatos que encuentran su hilo conductor en el tema de un amor que se recuerda una y otra vez. El sujeto que sigue habitado por esa ausencia es una mujer en sus cuarenta y en trance de cambiar de domicilio. “En una situación de mudanza –opina el director en una entrevista con Página/12, junto a sus actores– se está abierto a revisar el pasado, a reencontrarse con fantasías y sueños.” Así, este personaje establece un diálogo que, sin dejar de ser una conversación íntima consigo misma, se despliega en simpático tono de complicidad hacia el espectador. El hombre, como dice el propio director, es “una presencia que es, a su vez, una ausencia”, porque ronda o evade a esta mujer que lo recuerda, desaparece inopinadamente de escena o, desde un piano, desgrana melodías destinadas a acompañar su soliloquio. Mientras que la música, la danza y esa presencia silenciosa habilitan en la obra dimensiones superpuestas, las microhistorias surgen del sereno discurso de la actriz, a partir de los pocos objetos que la rodean: una planta, unos vestidos, la cabeza de un maniquí.
Berco y Pérez de Villa coinciden con Podolsky en afirmar que es diferente el modo en que la palabra y la acción atraviesan a una mujer. “A diferencia del hombre –coincide el equipo–, la mujer tiene una relación abierta con la palabra, porque está abierta también a aquello que no puede decirse.” En este terreno de lo inefable, “el hombre solamente balbucea”, según señalan. Todo comenzó con la elección de algunas canciones que tendrían el sentido de abonar el clima de los primeros ensayos. Berco seleccionó unos temas de gran carga romántica, lo que fue definiendo el núcleo temático del espectáculo: “Apareció el tema del amor, pero no es ésta una historia que ilumina algo acerca del amor, sino que es el mismo sentimiento el que atraviesa a este personaje, iluminando su mundo”, detalla la actriz. Lo curioso es que muchos de los textos que dice su personaje se basan en experiencias vividas por el actor y que, sin embargo, parecen hablar acerca del universo femenino. Puestos en otra voz –dice Pérez de Villa–, la anécdota pasa a convertirse en relato y, al encarnarse en una mujer, se enriquece: al varón se le asigna la lógica causal, en cambio la mujer está más abierta a la contingencia”, concluye.

–¿De qué habla Aureliano?
Roxana Berco: –De que hay otra forma de amar que no es la instituida. Aquí se muestra un amor que insiste en aparecer en el pensamiento, sin tensiones. Un amor que no se vuelve posesivo, que va de aquí para allá.

–¿Creen que hay un cambio en el modo de relación entre hombres y mujeres?
R. B.: –Me parece que hay un cambio generacional. Unos años atrás estaba muy instalado en la mujer el discurso del enojo y la insatisfacción acerca del hombre. Me parece que hoy hay una mirada más amorosa hacia la figura masculina, que no pasa todo por el reproche.