viernes, 31 de julio de 2009

La Propuesta

Partimos de una propuesta despojada, en la que tanto el espacio como el tiempo de la acción surgen de las palabras. Las palabras van haciendo y deshaciendo, generando atmósferas e intensidades.

Es el ámbito de la memoria o del deseo: de lo que fue o de lo que está por venir.
Allí se mueve ella, enhebrando con sus dichos y sus hechos lo que está presente de él y lo que ya no está. O nunca estuvo.

Por lo tanto no es un espacio realista, aunque parezcan realistas las cosas que ella hace o dice. Un discurso sobre el amor no tiene nada de real y todo en su aspiración de serlo.

El tiempo del amor, por otra parte, tampoco es un tiempo lineal, sino más bien curvo, transversal. El tiempo de esta puesta parece el de una tarde cualquiera, mientras se acaba el día. Pero el amor no se acaba tan sencillamente como se acaban los días.

En esta puesta en escena ella habla y él baila y toca el piano.
Ella también canta y él también está en silencio.
Ella hace un recorrido alrededor de él.
Y paradójicamente, él nunca es el centro de ese recorrido.

La propuesta estética de este trabajo se basa en que no se puede asir lo inasible ni decir lo indecible. Aunque nunca dejamos de intentarlo.

Como corresponde al discurso del amor.

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